NUEVAS TECNOLOGIAS EN EL ARTE
Puntualmente salen al mercado publicaciones o artículos que se muestran como referentes en el ámbito contemporáneo indicándonos que obras o que artistas son los que importan o los que no en cada momento. Títulos como “El Arte que viene”, “Emergentes”, o “Los cien artistas más influyentes” de Exit, de Artforum o Flash Art -por poner algún ejemplo-, nos bombardean cada cierto tiempo a través de la opinión de críticos, galerías, gestores o curadores de moda en ese momento. Nombres ligados no solo al gran entramado del mercado del Arte, sino a los comisarios cuyos cachés por su trabajo llegan a ser muchas veces inmorales, sobre todo en los tiempos que vivimos. Largas listas de nombres que terminan abandonando ante la sordidez del camino, o por el contrario continúan trabajando en la soledad del estudio profusamente atónitos ante lo trascendental del momento. Recientemente un prestigioso suplemento cultural publicaba una entrevista a Benjamín Weil, nuevo comisario jefe de La Laboral en Gijón. En ésta, al hablar sobre las nuevas tecnologías Weil indicaba a la entrevistadora que habría que terminar con el arte para colgar en las paredes. No obstante, se preguntaran entonces ante tal aseveración ¿Qué hacemos por ejemplo con el “Guernica” de Picasso, o el “ballet mecánico” de Leger, los quemamos? Claro si solo sirven para colgar en las paredes pues lo quemamos, responderán otros siguiendo las normas del nuevo “gurú”.
Pero fuera de bromas, este tipo de planteamientos son mucho más preocupantes de lo que a simple vista podrían parecer; Ya que en la actual sociedad de la información habría que cuestionarse no las formas de comunicación, sino lo que se comunica. Albert Einstein decía que la segunda bomba, después de la atómica, sería la bomba electrónica. Una bomba por la cual la integración del tiempo real será a la información lo que la radioactividad es a la energía. Ya en ciertos circuitos suenan frases como la “guerra del conocimiento”, y exclamamos ¡cómo será la gran colisión de la comunicación! Sospechemos ante la gran burbuja económica que vivimos, el desempleo y la cantidad de dinero que fluye por la red.
Sin embargo, destaca la doble paradoja en que se encuentran los artistas que huyendo de un mercado en decadencia o de la famosa lista de los 40 principales, caen en una ficticia realidad disfrazada por un nuevo mercado, el de las nuevas tecnologías, alejándose así de planteamientos de resistencia. No obstante, deberían preguntarse entonces ¿Puede un africano conectarse a la red, si no tiene luz? Nuevas formas de dominación reaparecen.