MANUEL SÁEZ

Nikolái Leskov. La Pulga de acero Cuando el Platov de Leskov despliega el envoltorio verde ante Nicolás I, abre el cofrecito, extrae la tabaquera de oro, y de allí la nuez de brillantes, donde los artesanos rusos habían envuelto la pulga de acero inglesa y la llave casi invisible del minúsculo autómata, observamos una suerte de simulación que descubre un Universo en el que los poderosos desean innovar no con el propósito de mejorar las cosas, sino con el fin de humillar al oponente, obligando a trabajar a los artesanos en algo tan arduo como estúpido. «Empezaron a pasar todos y a mirar: efectivamente la pulga estaba herrada en todas las patas con auténticas herraduras, y en cada herradura figuraba el nombre del artesano que la hizo». No obstante, curiosamente esta historia me viene a la mente mientras observo el robot con forma de perro al que mira fijamente Manuel Sáez (Castellón, 1961) en la invitación a su exposición de Dibujos en la Sala Parpallo. Perro que descubro de nuev...