FRIDA KAHLO. RETRATOS DE UNA PINTORA

Su padre Guillermo Kahlo descendiente de judíos húngaros, nacido en Alemania, era una fotografo de éxito. Frida, la tercera hija del matrimonio -en segundas nupcias con la mexicana Matilde Calderón-, era su preferida. Frida se crió en el estudio fotográfico de su padre, entre libros, pintura y composiciones fotográficas, convirtiéndose en su más acérrima colaboradora: "Guillermo Kahlo adoraba a su quinta hija y la consideraba la más inteligente de todas. La trataba como el hijo que núnca tuvó; la introdujo en la fotografía y en la pintura, estimulaba su curiosidad natural animándola a leer..., le mostraba en un microscopio los especimenes que recogían en sus largos paseos. Además la introdujó en el arte precolombino que tanto le gustaba, y que tanto respetó siempre". Influencia que haría mella en la fuerte personalidad de la artista.
Ya desde muy jovén se observa la necesidad de reinventarse constantemente. Su primer personaje -un ser sexualmente ambivalente- lo crearía con catorce años, al matricularse en la Escuela Nacional Preparatoria, donde era una de las treinta y cinco niñas entre dos mil estudiantes. Cuatro años más tarde sufriría un grave accidente de camión que la dejaría postrada en su lecho durante meses y del que no se recuperaría núnca, padeciendo fuertes dolores el resto de su vida. Este hecho la llevaría a un cambio de actitud, afiliándose al Partido Comunista y llevando una forma más austera de vestir; pero será un año más tarde con el matrimonio con Diego Rivera, cuando dará de nuevo un vuelco a su imagen: "En otra época me vestía de muchacho con el pelo al rape, pantalones, botas y una chamarra de cuero, pero cuando iba a ver a Diego me ponía mi traje de tehuana".
El modo en que Frida manipulaba la cámara fue crucial a la hora de crear la imagen, reinventándose una y otra vez mediante los más diversos atuendos, todos los días seleccionaba de su repertorio los elementos que mejor representaban la imagen que deseaba proyectar. En todas y cada una de sus fotografías, miraba osadamente la cámara, una mirada intensa decidida a demostrar que sería una buena luchadora hasta el final. La influencia de la fotografía fue tal en su corta vida que podemos observar su constante influjo en cada uno de sus cuadros, unido al hecho de que se retrataba con cada uno de ellos, como explica Margaret Hooks: "Frida pintó la mayor parte de sus autorretratos como en muchas otras obras, Frida llenaba este espacio con los accesorios propios de la fotografía de retrato, como trajes y telas de fondo. A menudo, sus retratados parece que flotan delante del espacio más que dentro del mismo, y los fondos recuerdan los que utilizan las fotógrafos".
En torno a sus fotografías podemos hilvanar un hilo consuctor que recorre toda la vida de Frida Kahlo, comenzando con la fotografía realizada por su padre, en la que contemplamos una inquieta niña de cuatro años hasta finalizar cuarenta y dos años más tarde en su lecho de muerte, fotografiada por Lola Álvarez Bravo, su íntima amiga. Maestros del modernismo como Edgar Weston, Imoegen Cunningham, Manuel Álvarez Bravo, Gisèle Freund, Bernard Silberstein, Fritz Henle, Nickolas Muray, Leo Matiz, Tina Modotti, Dora Maar, Carl Van Vechten o Martín Munkacsi, sucumbieron a la atractiva personalidad de la pintora. De igual modo para periodistas gráficos que trababjaban en publicaciones internacioanles como Harper´s Bazzar o Vanity Fair, entre muchas otras, no pasó desapercibidad esta gran cautivadora. Su alegría, su tristeza, su maternidad fustrada, sus celos por las infidelidades constantes de su marido se tradujeron en motivos de sus cuadros, y en fotografías biográficas, sobre las que Diego Rivera diría al respecto: "Por otra parte es la primera vez en la historia del Arte que una mujer ha expresado con franqueza absoluta, descarnada y, podríamos decir, tranquilamente feroz, aquellos hechos generales y particulares que conciernen exclusivamente a la mujer".


Publicado en el Suplemento Cultural Bellver - Diario de Mallorca el 6 de septiembre de 2007 (Pág 5)